La Navidad es el tiempo de mayor soledad para los mayores
Las vacaciones de Navidad son un tiempo para celebrar con la familia y los amigos. Pero para los millones de adultos mayores en todo el mundo que no tienen familia, pocos amigos cerca, o están solos y aislados socialmente, estas fechas está lejos de ser la época más maravillosa del año. Una encuesta llevada a cabo por AARP en 2017 encontró que el 28% de los adultos mayores de 65 años manifiestan que se han sentido solos durante las fiestas en los últimos cinco años, y casi la mitad (43%) se ha preocupado por un amigo o familiar que se ha sentido solo.
La Navidad puede agudizar los aburridos dolores de la soledad, ya que los adultos mayores echan de menos a sus seres queridos que han fallecido, o recuerdan las felices celebraciones en otra época en su hogar familiar que ya han abandonado, en algunos casos, para residir en una residencia. Sin embargo, el aislamiento social entre los adultos mayores es un problema social muy amplio cuyo impacto se extiende más allá de las semanas de la Navidad. Un número cada vez mayor de adultos mayores en todo el mundo no tiene parientes vivos o cercanos y se encuentran en completa soledad. Los índices mundiales de falta de parentesco, o de no tener ni cónyuge ni hijos, van desde un mínimo de sólo el 2% en China y Corea, hasta más del 10% en las naciones occidentales ricas, incluyendo Canadá, España, Países Bajos o Suiza.
El aumento en el número de adultos mayores sin parentesco es el resultado de las tendencias demográficas del último siglo. La disminución de las tasas de natalidad significa que los adultos mayores tienen hoy en día menos hijos que en el pasado. Debido al proceso de globalización, es habitual que los hijos se desplacen muy lejos de sus padres para buscar oportunidades profesionales y económicas gratificantes. El traslado del campo a la ciudad, o de la ciudad natal a oportunidades más lucrativas en el extranjero, es especialmente común entre los jóvenes. A esto hay que añadir las crecientes tasas de divorcio en todo el mundo que suponen que los adultos mayores ya no pueden vivir con un cónyuge. Las mujeres tienen más probabilidades de envejecer solas, tanto porque tienden a sobrevivir a sus maridos como porque es menos probable que encuentren otra pareja después de divorciarse o enviudar.
Los amigos pueden ser una fuente esencial de apoyo práctico y emocional
Sin embargo, no es lo mismo estar sin familia que estar sola. Los adultos solteros y sin hijos tienden a tener mayores redes de amigos, en comparación con sus pares con cónyuges e hijos. Los amigos pueden ser una fuente esencial de apoyo práctico y emocional para los adultos mayores, especialmente en países donde los lazos no familiares son tan valorados como los lazos familiares. E incluso los adultos mayores con la familia a su lado no necesariamente se libran de la soledad emocional, o de la falta de intimidad y cercanía en sus relaciones. Un adulto mayor con sus hijos adultos puede sentir una sensación de soledad incluso cuando está rodeado de otros en una cena familiar animada. Uno de cada cuatro adultos mayores casados reporta sentimientos de soledad emocional, y estos índices son aún más altos para aquellos cuyos cónyuges son enfermos crónicos, que tienen una relación sexual insatisfactoria (o inexistente), y para quienes la comunicación es silenciosa, forzada o combativa.
La ausencia o escasez de lazos sociales y emocionales satisfactorios puede ser perjudicial e incluso mortal para los adultos mayores. La soledad y el aislamiento social son graves problemas de salud pública porque están vinculados a problemas físicos, como la dificultad para dormir, la mala salud cardiovascular, la hipertensión (HTA), los síntomas depresivos, la función inmunológica y la demencia, cada uno de los cuales está vinculado con el riesgo de mortalidad. El problema social de la soledad y el precio de la salud que cobra a los adultos mayores es tan profundo que a principios de 2018, el Reino Unido nombró por primera vez un ministro para la soledad, junto con el lanzamiento de una campaña nacional de beneficencia para acabar con la soledad.
La vejez no tiene por qué ser una época de soledad y aislamiento
Sin embargo, la vejez no tiene por qué ser una época de soledad y aislamiento. Las prácticas clínicas innovadoras, las políticas públicas, la tecnología y los programas comunitarios pueden ayudar a mitigar la soledad y sus efectos personales. Los profesionales de la gernotología pueden detectar en los adultos mayores signos o síntomas de soledad como parte de su evaluación habitual, identificando y brindando apoyo a aquellos que están en riesgo particular. Programas de comidas a domicilio. ayuda a domicilio, los centros de día, etc no sólo proporcionan nutrición y apoyo en las ABVD por ejemplo a los adultos mayores, sino que también son efectivos para reducir sus sentimientos de soledad. Por otro lado, los programas de voluntariado brindan a los adultos mayores la oportunidad de aprender nuevas habilidades, interactuar con otros iguales, ayudan a reducir la soledad y proporcionan los estímulos de salud física y emocional que se derivan de un compromiso social significativo.
Todo el dinero invertido en programas preventivos y que fomenten la integración social de los adultos mayores en la sociedad supondrá, por un lado beneficios que perdurarán mucho tiempo y, por otro, un ahorro de costes.
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